La buena atención del cliente enfrenta mucha resistencia social
Suele haber mucha resistencia y chantaje social que frena la proactividad personal para atender a los clientes con excelencia profesional.
Pero si la atención y el servicio se asume como un arte supremo, entonces se trata del trabajo más digno del ser humano.
Puede sonar contradictorio, pero la resistencia social a la buena atención del cliente puede expresarse a través de la incredulidad o la desconfianza.
La buena atención y servicio sorprende
Por ejemplo, hay tanta mala atención al cliente en tantos lugares que cuando recibimos buena atención nos sorprende. Inclusive, llegamos a sospechar de la honestidad de la misma.
La gente que trabaja en atención al cliente sabe que en algunos momentos sus actos pueden ser mal interpretados, producto precisamente de los prejuicios sociales.
Por ejemplo, en ciertas condiciones laborales, las personas que son muy proactivas brindando buena atención corren el riesgo de ser juzgados como aduladores de sus jefes.
La resistencia social puede expresarse en incomprensión
Igualmente, muchas damas suelen inhibirse de ser muy amables en la atención hacia caballeros para evitar el riesgo de que sus acciones sean mal interpretadas por ellos.
En el otro extremo, muchos profesionales confunden la idea de dar buena atención con el acto de ser muy cariñosos, melosos o excesos de buen trato.
Así pues, en el libro Arte Supremo propongo que servir a las personas con plenitud, de manera espléndida, no nos hace sirvientes sino profesionales extraordinarios y nos convierte en mejores personas.
El libro Arte Supremo te ofrece la oportunidad de reflexionar y aprender sobre la atención al cliente con sentido de elegancia y distinción.
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Solemos escuchar muchas veces una frase trillada que Karl Marx dijo en un momento de inspiración: «el trabajo dignifica al hombre». Pero me permito decir que cuando alguien le dice a su esclavo que la esclavitud lo dignifica, lo que pretende es convencer al esclavo de que siga siendo su esclavo. Mas sin embargo me atrevo a citar … Dios creo al hombre y «lo puso en el jardín del Edén para que trabajara» (Gen 2.15). Entonces definitivamente el trabajo (que no resquebraja la linea entre el deber de un empleado y abusar del mismo) es algo propio del hombre desde principio de los tiempos.